1917-2017… Gora Herria!

En el centenario de la Revolución de 1917,
cinco reflexiones sobre las revoluciones y rebeliones de nuestro tiempo, cinco reflexiones en torno al socialismo del siglo XXI
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A, Introducción.
Rememorar la Revolución de 1917 es un ejercicio necesario y fructífero para recordar que, más allá de gestos nostálgicos y de la tentación de caer en la melancolía, es posible transformar radicalmente la realidad y abrir vías alternativas.
El capitalismo neoliberal ha querido convertir la ausencia de alternativas en denominador común de nuestro tiempo. Quiere hacer desaparecer el enfoque estratégico del cambio social, para que dejemos a un lado las fructíferas experiencias transformadoras del pasado y nos sumerjamos en la creencia de un futuro sin cambios. Por esa razón, el centenario se ha convertido en un espacio de disputa y tenemos que participar en esa pelea, porque la Revolución de 1917 abrió un nuevo horizonte en el devenir de la historia, un horizonte que han intentado cerrar con todas sus fuerzas para desactivar así a los agentes transformadores. El principal reto de las fuerzas liberadoras de nuestro tiempo es actualizar y ensanchar el horizonte de la transformación radical, y para ello es completamente necesario reivindicar la referencia de la revolución.
Con motivo del centenario, hemos querido formular de manera breve cinco reflexiones, a fin de impulsar el debate y la reflexión colectiva. Es un texto esquemático, pues nuestra intención no es otra que facilitar el intercambio de ideas.
B, Reflexiones para el debate.
1: El capitalismo tiene alternativa: el socialismo, esto es, la primacía de la sociedad ante la dictadura del capital. La historia no se ha interrumpido y el capitalismo no es el único horizonte, aunque así nos lo quieren hacer creer. Muy al contrario, el socialismo es el único horizonte alternativo ante la locura neoliberal del capitalismo de nuestro tiempo y los nuevos fascismos fruto del mismo, porque sitúa la vía de la primacía de la sociedad y lo común por encima de los intereses y la lógica de las élites y el capital.
El capitalismo es un sistema asesino, un sistema completamente injusto que multiplica y estructura las opresiones. Conlleva una precarización generalizada, poniéndolo todo al servicio del dinero. Destruye los lazos sociales y las condiciones para una vida digna, imponiendo unas relaciones de poder basadas en la desigualdad, amparando y extendiendo la discriminación por motivos de género, raza, etc. Para superar el capitalismo tenemos que construir otra civilización, una civilización cuya base sea lo colectivo, lo común, el comunismo. En esta etapa de la historia, el socialismo es el único horizonte que puede garantizar la viabilidad del planeta.
Los pilares de ese horizonte son la igualdad y la defensa de lo común. Tenemos que construir el socialismo comunitario. En nuestro pueblo, actualizar la asamblea, el auzolan y los comunales es una de las principales fuentes de inspiración en la búsqueda de nuevas fórmulas. Superando los modelos de socialismo estatista, es indispensable impulsar la democratización de la sociedad a todos los niveles.
2: Necesitamos alternativas, agentes y estrategias del siglo XXI que aspiren a superar el capitalismo del siglo XXI.
Aprovechando las fructíferas lecciones de tantos años de lucha y transformación, la izquierda tiene que renovar su proyecto, abandonando la cerrazón, el sectarismo y el dogmatismo. Para ello, es indispensable analizar la experiencia mediante una autocrítica rigurosa, pero teniendo siempre en cuenta los aspectos positivos y las enormes aportaciones que se han hecho.
Hay que superar definitivamente las tendencias al determinismo y el esencialismo. Teniendo en cuenta la complejidad de la sociedad, tenemos que escribir una historia que todavía no está escrita, siendo la lucha real el motor de la transformación. El empresario estadounidense Warren Buffet expuso muy claramente cuál es la visión de las élites: “la lucha de clases perdura y la estamos ganando”. Así es, y ante ello es indispensable articular el nuevo sujeto de la transformación, un nuevo pueblo que sea representación de las múltiples opresiones, superando los modelos caducos basados en el partido o la clase previamente elegida.
Y, especialmente, tenemos que proponer y materializar pasos para superar el capitalismo. Nuestra alternativa tiene que impulsar los procesos de sostenibilidad de la vida, promoviendo las cooperativas, las comunas y, en general, la economía social y solidaria, así como explorando y materializando vías que visibilicen tanto la parte productiva de la economía como la reproducción social. Evidentemente, el Estado es necesario para transformar de raíz las relaciones económicas y la economía en sí, pero el horizonte no puede ser la centralización, ni tampoco la tan mitificada planificación. Tenemos que empezar desde hoy mismo a construir las bases de la nueva sociedad del futuro.
3: El feminismo es el pilar fundamental de socialismo de nuestro tiempo. Además de ser la garantía para transformar de raíz la sociedad heteropatriarcal, es la vía para convertir el socialismo en proyecto integral. En ese sentido, tenemos que hacer nuestras las aportaciones del feminismo, impulsar con todas nuestras fuerzas el horizonte de la igualdad y materializar la centralidad de la lucha de las mujeres. Son pasos indispensables.
El feminismo ha renovado y readecuado el enfoque de la transformación, sacando a la luz las contradicciones de la izquierda y cuestionando sus limitadas miradas, haciendo un análisis crítico y grandes aportaciones para actuaciones fructíferas. De cara a las rebeliones y revoluciones de nuestro tiempo, es imprescindible tener en cuenta el feminismo.
4: La transformación se tiene que hacer desde abajo hacia arriba, mediante actuaciones integrales: ¡es la hora de las rebeliones democráticas! Desde arriba hacia abajo lo único que se consigue es reproducir modelos autoritarios, burocráticos y centralizados. El camino es la articulación transformadora. Sin el pueblo no hay transformación o revolución popular. No hay nadie que pueda sustituir al pueblo: ¡sólo el pueblo puede salvar al pueblo!
Por lo tanto, la clave del nuevo modelo de transformación radica en la gestión de la complejidad y la diversidad, mediante la articulación, por encima de las fragmentaciones y visiones limitadas que quieren imponernos. La lucha y el trabajo en común entre los agentes transformadores son la base de la transformación, porque articular en torno a proyectos transformadores esa sociedad que quieren deshacer es una tarea indispensable. Y, en esa pelea, el Estado también es un espacio de lucha y transformación. Para construir el socialismo tenemos que disputar y ganar el Estado. En definitiva, necesitamos luchas integrales que articulen las escalas macro y micropolítica, incorporando tanto la participación directa como la disciplina y la representación.
Por lo tanto, tenemos que subrayar la necesidad de estrategias integrales, pues desde la fragmentación es imposible conseguir cambios globales. Y aquí, en Europa, el reto es impulsar rebeliones democráticas contra la agenda de precarización y desdemocratización.
El capital odia la democracia, nunca le ha tenido ningún aprecio. La democratización la ha traído siempre la presión del pueblo, como logro directo o como paso para atajar el peligro de la revolución. Hoy en día, al neoliberalismo le sobra el disfraz democrático y, en consecuencia, se imponen el autoritarismo y la privatización de la democracia.
Así las cosas, tenemos que arrebatarles la bandera de la democracia, dejando claro que el horizonte de la revolución es la democratización integral y radical.
5: Defender la soberanía del pueblo es nuestro principal reto para combatir la creciente dictadura del capital.
Uno de los mayores errores estratégicos de la izquierda ha sido el relacionado con entender la cuestión nacional y darle una respuesta adecuada. En Euskal Herria sabemos algo al respecto: nuestra lucha transformadora, tan violentamente atacada por los dos estados, ha sido anatemizada como pequeño burguesa o contraria al internacionalismo proletario por quienes jamás han optado por la transformación.
Sería un enorme error dejar la adhesión popular y el deseo comunitario en manos del capital o de los nuevos fascismos. Tenemos que convertir la nación, el pueblo, la solidaridad, la rebeldía y la pasión política en el motor de la estrategia transformadora. A ese nivel, hay que darle especial importancia a la cuestión de la identidad y la nacionalidad. Tenemos que construir un nuevo internacionalismo, un internacionalismo en el que, superando el cosmopolitismo neoliberal que pretende aparecer como progresista, se reivindiquen los derechos de los pueblos. El socialismo de los pueblos será el precedente del socialismo mundial. La revolución de nuestro tiempo tiene que hacerse desde abajo hacia arriba, desde los pueblos.
Por todo ello, la soberanía popular es nuestro principal reto. La soberanía es necesaria para que la vida le gane la batalla al capital. El pueblo tiene que ser dueño de sí mismo, rompiendo la soberanía del capital. No nos estamos refiriendo a la independencia formal, pues la soberanía es un reto mucho más grande y extenso: el objetivo es dejar en manos del pueblo todas las decisiones (economía, modelo de sociedad, instituciones…).
En Europa están surgiendo rebeliones democráticas soberanistas. Ese es el fantasma que aterroriza a los poderosos en los comienzos de este siglo XXI. Sucedió en Grecia, también en Escocia, y ahora es Catalunya la que está empeñada en abrir nuevos caminos. Cada época tiene sus rebeliones, las cuales aprovechan las trincheras para abrir ventanas de oportunidad. Hay que dar la bienvenida a toda lucha, a toda movilización y a todo intento de construir alternativas, pero sin un proyecto transformador global y una estrategia articuladora jamás habrá un cambio integral.
En Euskal Herria lo tenemos claro: Gora Herria!
C, Es el momento de afrontar los retos.
La situación que vivimos nos exige dar un paso a las y los socialistas del siglo XXI. Tenemos que pasar a la ofensiva transformadora, a todos los niveles. Tenemos que combatir a todos los niveles el neoliberalismo y la falsa alternativa del nuevo fascismo, en la economía, en la ideología, en la vida diaria… El centenario de la Revolución de 1917 es el momento de abrir nuevas fases de movilización y lucha.
Euskal Herria, octubre de 2017